SEMANAS 10: 15 AL 19 DE JUNIO
LIBRO I
P
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uesto que vemos que toda ciudad es una cierta
comunidad y que toda comunidad está constituida con miras a algún bien (porque
en vista de lo que les parece bueno todos obran en todos sus actos), es
evidente que todas tienden a un cierto bien, pero sobre todo tiende al supremo
la soberana entre
todas y que incluye a todas las demás. Ésta es la llamada ciudad y comunidad
cívica.
Por consiguiente, cuantos
opinan que es lo mismo ser gobernante de una ciudad, rey, administrador de su casa
o amo de sus esclavos, no dicen bien. Creen, pues, que cada uno de ellos
difiere en más o en menos, y no específicamente. Como si uno, por gobernar a
pocos, fuera amo; si a más, administrador de su casa; y si todavía a más,
gobernante o rey, en la idea de que en nada difiere una casa grande de una
ciudad pequeña. Y en cuanto al gobernante y al rey, cuando un hombre ejerce
solo el poder, es rey; pero cuando, según las normas de la ciencia política,
alternativamente manda y obedece, es gobernante.
Pero esto no es verdad.
Y será evidente lo que digo si se examina la cuestión según el método que
proponemos. Porque como en los demás objetos es necesario dividir lo compuesto
hasta sus elementos simples (pues éstos son las partes mínimas del todo), así
también, considerando de qué elementos está formada la ciudad, veremos mejor en
qué difieren entre sí las cosas dichas, y si cabe obtener algún resultado
científico.
Si uno observa desde su
origen la evolución de las cosas, también en esta cuestión, como en las demás,
podrá obtener la visión más perfecta. En primer lugar, es necesario que se
emparejen los que no pueden existir uno sin el otro, como la hembra y el macho
con vistas a la generación (y esto no en virtud de una decisión, sino como en
los demás animales y plantas; es natural la tendencia a dejar tras sí otro ser
semejante a uno mismo), y el que manda por naturaleza y el súbdito, para su
seguridad. En efecto, el que es capaz de prever con la mente es un jefe por
naturaleza y un señor natural, y el que puede con su cuerpo realizar estas
cosas es súbdito y esclavo por naturaleza; por eso al señor y al esclavo
interesa lo mismo.
Así pues, por naturaleza
está establecida una diferencia entre la hembra y el esclavo (la naturaleza no
hace nada con mezquindad, como los forjadores el cuchillo de Delfos, sino cada
cosa para un solo fin. Así como cada órgano puede cumplir mejor su función, si
sirve no para muchas sino para una sola). Pero entre los bárbaros, la hembra y
el esclavo tienen la misma posición, y la causa de ello es que no tienen el
elemento gobernante por naturaleza, sino que su comunidad resulta de esclavo y
esclava. Por eso dicen los poetas:
Justo es que los helenos manden sobre los bárbaros,
Entendiendo que bárbaro y
esclavo son lo mismo por naturaleza.
Así pues, de estas dos
comunidades la primera es la casa, y Hesíodo dijo con razón en su poema:
Lo primero casa, mujer y buey de labranza.
Pues el buey hace las
veces de criado para los pobres. Por tanto, la comunidad constituida
naturalmente para la vida de cada día es la casa, a cuyos miembros Carondas llama
«de la misma panera», y Epiménides de Creta «del mismo comedero». Y la primera
comunidad formada de varias casas a causa de las necesidades no cotidianas es la
aldea.
Precisamente la aldea en
su forma natural parece ser una colonia de la casa, y algunos llaman a sus
miembros «hermanos de leche», «hijos e hijos de hijos». Por eso también al
principio las ciudades estaban gobernadas por reyes, como todavía hoy los
bárbaros: resultaron de la unión de personas sometidas a reyes, ya que toda
casa está regida por el más anciano, y, por lo tanto, también las colonias a
causa de su parentesco. Y eso es lo que dice Homero:
Cada uno es legislador de sus hijos y esposas
pues antiguamente vivían
dispersos. Y todos los hombres dicen que por eso los dioses se gobiernan
monárquicamente, porque también ellos al principio, y algunos aún ahora, así se
gobernaban; de la misma manera que los hombres los representan a su imagen, así
también asemejan a la suya la vida de los dioses.
La comunidad perfecta de
varias aldeas es la ciudad, que tiene ya, por así decirlo, el nivel más alto de
autosuficiencia, que nació a causa de las necesidades de la vida, pero subsiste
para el vivir bien. De aquí que toda ciudad es por naturaleza, si también lo
son las comunidades primeras. La ciudad es el fin de aquéllas, y la naturaleza
es fin. En efecto, lo que cada cosa es, una vez cumplido su desarrollo, decimos
que es su naturaleza, así de un hombre, de un caballo o de una casa. Además,
aquello por lo que existe algo y su fin es lo mejor, y la autosuficiencia es, a
la vez, un fin y lo mejor.
De todo esto es evidente
que la ciudad es una de las cosas naturales, y que el hombre es por naturaleza
un animal social, y que el insocial por naturaleza y no por azar es o un ser
inferior o un ser superior al hombre. Como aquel a quien Homero vitupera:
sin tribu, sin ley, sin hogar,
porque el que es tal por
naturaleza es también amante de la guerra, como una pieza aislada en el juego
de damas.
La razón por la cual el
hombre es un ser social, más que cualquier abeja y que cualquier animal
gregario, es evidente: la naturaleza, como decimos, no hace nada en vano, y el
hombre es el único animal que tiene palabra. Pues la voz es signo del dolor y
del placer, y por eso la poseen también los demás animales, porque su
naturaleza llega hasta tener sensación de dolor y de placer e indicársela unos
a otros. Pero la palabra es para manifestar lo conveniente y lo perjudicial,
así como lo justo y lo injusto. Y esto es lo propio del hombre frente a los
demás animales: poseer, él sólo, el sentido del bien y del mal, de lo justo y
de lo injusto, y de los demás valores, y la participación comunitaria de estas
cosas constituye la casa y la ciudad.
Por naturaleza, pues, la
ciudad es anterior a la casa y a cada uno de nosotros, porque el todo es
necesariamente anterior a la parte. En efecto, destruido el todo, ya no habrá
ni pie ni mano, a no ser con nombre equívoco, como se puede decir una mano de
piedra: pues tal será una mano muerta.
Todas las cosas se definen
por su función y por sus facultades, de suerte que cuando éstas ya no son tales
no se puede decir que las cosas son las mismas, sino del mismo nombre. Así pues,
es evidente que la ciudad es por naturaleza y es anterior al individuo; porque
si cada uno por separado no se basta a sí mismo, se encontrará de manera semejante
a las demás partes en relación con el todo. Y el que no puede vivir en
comunidad, o no necesita nada por su propia suficiencia, no es miembro de la
ciudad, sino una bestia o un dios.
En todos existe por
naturaleza la tendencia hacia tal comunidad, pero el primero que la estableció
fue causante de los mayores beneficios. Pues así como el hombre perfecto es el
mejor de los animales, así también, apartado de la ley y de la justicia, es el
peor de todos.
La injusticia más
insoportable es la que posee armas, y el hombre está naturalmente provisto de
armas al servicio de la sensatez y de la virtud, pero puede utilizarlas para las
cosas más opuestas. Por eso, sin virtud, es el ser más impío y feroz y el peor
en su lascivia y voracidad. La justicia, en cambio, es un valor cívico, pues la
justicia es el orden de la comunidad civil, y la virtud de la justicia es el
discernimiento de lo justo.
Aristóteles, Política.
Actividad 1 de trabajo en equipo (parejas):
1. Respondan
las siguientes preguntas con base en el texto:
a) ¿Qué
diferencia hay entre un gobernante y un rey?
b) ¿Existe alguna
diferencia entre el esclavo y la mujer?
c) ¿Cómo surgen
las ciudades?
d) ¿Por qué el
hombre es un ser social por
naturaleza?
e) ¿Por qué para
la ciudad es la mejor forma de organización social? ¿Cuáles son inferiores?
f) ¿Para
Aristóteles existen “jefes” y “esclavos” por naturaleza?
2. Ahora
aporten su opinión sobre el tema:
a) ¿Realmente la
política y la comunidad buscan el “bien superior”?
b) ¿Cómo la
ciudad puede garantizar el bienestar de los ciudadanos?, ¿sucede eso en nuestra
ciudad?
c) ¿Tiene sentido
hablar de “ciudad” o “comunidad cívica” en nuestro contexto colombiano?,
¿cuáles serían sus variaciones con respecto a las ciudades griegas de
Aristóteles?
d) ¿Qué cambios
tiene la noción de política griega con la forma en que hoy la entendemos
actualmente?
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