SEMANA 3
EL DESCUBRIMIENTO DE LA ESENCIA DEL HOMBRE (EL HOMBRE Y SU PSYCHÉ)
Texto 8:
EL DESCUBRIMIENTO DE LA ESENCIA DEL HOMBRE (EL HOMBRE Y SU PSYCHÉ)
Después
de pasar un tiempo escuchando la palabra de los últimos Naturistas, como ya se
dijo, pero sin quedar para nada satisfecho, Sócrates concentró definitivamente
su interés en la problemática del hombre. Los Naturistas, buscando resolver el
problema del “principio” y de la physis,
se contradijeron al punto que sostuvieron todo y lo contrario de todo (el ser
es uno, el ser es múltiple; nada se genera, nada se destruye; todo se genera y
todo se destruye); lo que significa que se plantearon problemas insolubles para
el hombre. En consecuencia, Sócrates se centró sobre el hombre, como los
Sofistas, pero, a diferencia de ellos, supo llegar al fondo del asunto, tanto
que admitió, a pesar de su afirmación general de no-saber (del que se hablará
más adelante), que en esta materia era muy versado: “En verdad, oh Atenienses,
por ninguna otra razón me procuré este nombre, sino a causa de una cierta
sabiduría. ¿Y cuál es esta sabiduría? Esta sabiduría es la sabiduría humana (es decir, la sabiduría que puede adquirir el
hombre sobre el hombre): y de esta sabiduría verdaderamente puede ser que yo
sea sabio”.
Los
Naturistas buscaron responder al problema: “¿Qué es la naturaleza y la realidad
última de las cosas?”. Sócrates, al contrario, quiere responder al problema:
“¿Cuál es la naturaleza y la realidad última del hombre?”, “¿cuál es la esencia
del hombre?”. La respuesta, finalmente, es precisa e inequívoca: el hombre es su alma, desde el momento
en que el alma es lo que lo diferencia de cualquier otra cosa. Por “alma”
Sócrates entiende nuestra razón y la sede de nuestra actividad pensante y
éticamente operante. En breve: el alma es para Sócrates, el yo consciente, es
decir, la conciencia y la personalidad
intelectual y moral. En consecuencia, con su descubrimiento, como se ha
puesto de relieve justamente, Sócrates creó la tradición moral e intelectual
sobre la cual se construyó espiritualmente Europa.
Es
evidente entonces que si la esencia del hombre es el alma, cuidarse a sí mismo
significa cuidar no el propio cuerpo sino la propia alma y la tarea suprema del
educador es enseñar a los hombres el cuidado de la propia alma; precisamente la
tarea que Sócrates piensa haber recibido de Dios, como se lee en la Apología es: “Que esto […] es la orden
de Dios; y estoy persuadido que no hay para ustedes mayor bien en la ciudad que
mi obediencia a Dios. Y en verdad no hago otra cosa, con mi andar en torno,
sino persuadirlos a ustedes, jóvenes y viejos, de que no deben preocuparse por
el cuerpo ni por las riquezas ni por otra cosa alguna sino en primer lugar y
más por el alma, de manera que ésta llegue a ser óptima y virtuosísima; y que
de la virtud nace la riqueza y todas las otras cosas que son bienes para los
hombres, tanto para el ciudadano individual como para el Estado”.
Uno
de los razonamientos fundamentales que Sócrates hacía para probar esta tesis
era el siguiente: Uno es el “instrumento” del que se sirve y otro es el
“sujeto” que se sirve del instrumento. Ahora bien, el hombre se sirve de su
propio cuerpo como de un instrumento, lo cual significa que el sujeto, que es
el hombre, y el instrumento, que es el cuerpo, son cosas distintas. A la
pregunta pues de “ qué es el hombre” no se podrá responder que es su cuerpo
sino que es “aquello que se sirve del cuerpo”. Pero la “psyché, el alma (=la inteligencia) es lo que se sirve del cuerpo”
luego la conclusión es inevitable: “El alma nos ordena conocer a aquel que nos
amonesta: ‹conócete a ti mismo›”.
Historia de la filosofía: 1. Filosofía pagana
antigua
Giovanni
Reale y Darío Antíseri
Texto 4:
LA “PAIDEIA”
También se puede hablar de filosofía antes de
la filosofía a propósito de otra corriente del pensamiento griego presocrático:
me refiero a las prácticas y las teorías que aluden a una exigencia fundamental
de la mentalidad griega, el deseo de formar y de educar, el afán de lo que los
griegos llamaban la paideia. Desde
los tiempos remotos de la Grecia homérica, la educación de los jóvenes es la
gran preocupación de la clase noble, de los que poseen el aretê, es decir, la excelencia requerida por la nobleza de sangre,
que más tarde se volverá́, para los filósofos, la virtud, es decir, la nobleza
del alma. Podemos darnos una idea de esta educación aristocrática gracias a los
poemas de Teognis, que son un compendio de preceptos morales. Esta educación
es impartida por los adultos en el grupo social mismo. En él se ejercitan para
adquirir las cualidades: fuerza física, valentía, sentido del deber y del honor
que convienen a los guerreros y que son personificadas por grandes antepasados
divinos a los que se toma por modelos. A partir del siglo V, con el auge de la
democracia, las ciudades tendrán el mismo afán de formar a los futuros
ciudadanos por medio de los ejercicios del cuerpo, gimnasia y música, y del
espíritu. Pero la vida democrática engendra luchas por el poder: hay que saber
persuadir al pueblo, hacerle tomar tal o cual decisión en la asamblea. Es,
pues, necesario, si se quiere llegar a ser un jefe del pueblo, adquirir el
dominio del lenguaje. A esta necesidad responderá́ el movimiento sofístico.
¿Qué es la filosofía antigua?
Pierre Hadot
PARA PROFUNDIZAR ...
Actividad de
trabajo en equipo (en parejas):
1. Expliquen
en qué consiste el espíritu griego a partir del arte y de la educación, tal y
como lo muestran los dos textos anteriores.
2. Diseñen un
mapa mental donde se relacionen las ideas que se presentan en los dos textos en
torno a las características del genio helénico (hombre griego). Debes incluir
las características religiosas, políticas, geográficas y artísticas que
motivaron el surgimiento de tal revolución cultural en el mundo antiguo.
3. (Prepárate para el control de lectura de este
texto)
Lee el diálogo de Platón, Apología de Sócrates (1985), realiza un conversatorio sobre las razones de Sócrates para beber la cicuta y la argumentación que defendió sobre el temor a la muerte y la necesidad de cumplir las leyes de Atenas.
Lee el diálogo de Platón, Apología de Sócrates (1985), realiza un conversatorio sobre las razones de Sócrates para beber la cicuta y la argumentación que defendió sobre el temor a la muerte y la necesidad de cumplir las leyes de Atenas.
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